Durante la invasión árabe, los cántabros y vascos se refugiaron en una zona muy poblada, ya
que, a parte de los pobladores originarios, recibían a gentes que huían de tierras conquistadas
por los árabes. Fortificaron sus tierras para evitar la penetración del enemigo, pero
poco a poco, una vez recobrada la confianza suficiente en ellos mismos, empezaron a avanzar,
y a recuperar tierras perdidas, defendiendo su territorio con intensidad, mediante la
construcción de torres defensivas.