Reino de Catalunya


Conde Ramón Berenguer I

Ramón Berenguer I
Nombre: Ramón Berenguer I
Sobrenombre: El viejo
Reinado: 1035-1076
Padre: Berenguer Ramón I
Madre: Sancha de Castilla
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Ramon Berenguer I, llamado el Viejo, hijo de Berenguer Ramón I, fue Conde de Barcelona y Gerona (1035-1076) y de Osona (1054-1076).

Desde la muerte del conde Ramón Borrell (1017), en los condados de Barcelona, Gerona y Osona se había instaurado el cogobierno de su viuda, la condesa Ermesenda (1017-1057), y de su hijo Berenguer Ramón I (1017-1035).

A su muerte, Berenguer Ramón I, repartió sus dominios entre sus tres hijos; Guillermo (1035-1054) fue conde de Osona, Ramón Berenguer I (1035-1076) obtuvo Gerona y Barcelona, excepto el extremo sur, entre el río Llobregat y la frontera con el Islam que, constituido como el condado del Penedés fue para Sanç (1035-1049); los tres herederos, al ser menores de edad, quedaron bajo la tutela de su abuela Ermessenda, única representante efectiva del poder condal en Barcelona, Gerona, Osona y el Penedés entre 1035 y 1041. Debido al descrédito del poder condal durante el cogobierno de Berenguer Ramón I y Ermesenda en Barcelona, Gerona, Osona y especialmente en la zona del Penedés, área fronteriza con los musulmanes, los nobles, prescindiendo totalmente de la potestas del conde, tomaron ellos mismos el control de las fortalezas de las que dispusieron para cederlas como feudo como si fuesen de su propiedad. Entre estos aristócratas, antiguos veguers convertidos en señores, destaca en el Penedés Mir Geribert, el cual tenía influencias en Barcelona como primo del vizconde Udalard II (1041-1077) y del obispo Guislabert (1034-1066), en un momento en que, por su dominio del Castell Vell (Castillo Viejo), cerca del antiguo acueducto y del Castell Bisbal (Castillo del Obispado), la familia vizcondal, controla dos de las cuatro torres del recinto amurallado de Barcelona, además del Castell del Port (Castillo del Puerto) en la montaña de Montjuic, desde donde se domina la ciudad y la ensenada. En la frontera, Mir Geribert posee el castillo de Subirats y de la Vit, heredados de sus padres hacia 1030, la fortaleza de Ribes, concedida por su primo Guislabert el obispo de Barcelona, y el feudo de Sant Martí Sarroca adquirido por enlace matrimonial. Siendo el más poderoso de los señores del Penedés, hacia el 1035, cuando la muerte y sobre todo el testamento de Ramón Berenguer I acaban hundiendo el poder condal, para señalar su autoridad, se da el título de príncipe de Olèrdola.

La Península Ibérica en el año 1031.Los nobles del Penedés, reunidos alrededor de su líder Mir Geribert, son contrarios al poder condal porque este mantiene la paz con los musulmanes, la cual es beneficiosa para los comerciantes de Barcelona y para el conde por las parias que cobra a los reyes taifas musulmanes, es ruinosa para los aristócratas que solo pueden acceder a las riquezas de los musulmanes mediante el saqueo y el botín. Los barones del Penedés tampoco aceptan que el conde otorgue derechos de franqueza, garantía y seguridad de bienes, a las comunidades campesinas, ya que eso les impide imponerles impuestos. De esta forma, aboliendo las garantías y concediendo, en un acto de soberanía, el derecho a sus castellanos de imponer tributos a los hombre libres, Mir Geribert afirmaba su condición de líder de los nobles feudales. Otro motivo de disputa entre el conde de Barcelona y la nobleza era su apoyo a las pretensiones del Monasterio de Sant Cugat del Vallés, el cual basándose en unas concesiones realizadas doscientos años atrás por Luis el Piadoso, se proclamaba propietario de extensos dominios en el área de la frontera. De esta forma, cuando un noble llevaba a cabo un intento de colonización y este tenía éxito, el monasterio reclamaba sus derechos sobre el territorio exhibiendo ante los jueces los pergaminos de Luis el Piadoso, por lo que siempre obtenían sentencias favorables a sus intereses y contrarias a los clanes nobiliarios como el vizcondado; de esta forma, muchas familia nobles decidieron prescindir de los tribunales, donde siempre tenían las de perder, y apoderarse por la fuerza de los bienes de la abadía.

El rechazo de los nobles a la autoridad condal les llevo a una irreductible enemistad con Ermesenda, única titular efectiva de la autoridad condal desde la muerte de su hijo Berenguer Ramón I y la minoría de edad de sus nietos. La condesa reúne un equipo de cortesanos como su hermano Pere, obispo de Gerona, el abad Oliva, el juez Ponç bonfill March y nobles relacionados con la administración, con relaciones con un territorio, el condado de Osona, donde las transformaciones sociales no habían sido tan profundas como en el área de frontera del Penedés. Estos se comprometieron junto con Ermesenda en la defensa de la autoridad condal y de la legalidad vigente ante las usurpaciones de los nobles feudales.

Entre estos dos bandos – el de Mir Geribert y el de Ermesenda – además de diferencias ideológicas e intereses contrapuestos hay un hecho generacional; Mir Geribert y los nobles que lo apoyan son jóvenes que no han vivido la brillante época de Borrell y Ramón Borrell, sino solo la ineptitud de Berenguer Ramón I y el autoritarismo de Ermesenda. La idea de potestas y de la ley escrita, contenida en el Liber Iudiciorum, les resultaban incómodas e incomprensibles ya que para ellos no había más norma de relación social que las convenientiae, los juramentos y relaciones feudales. Por otro lado, sus adversarios, personas que han vivido los tiempos de gran autoridad condal de finales del siglo X, son viejos. Ermesenda y el abad Oliva tienen más de sesenta años; para todos ellos la potestas condal, la justicia pública y el derecho del Liber ludiciorum no son elementos de un pasado lejano, sino cosas vivas la continuidad de las cuales hay que defender.

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